Innovación en Italia: Entre la tradición y la fuga de cerebros, ¿qué futuro nos espera?

Italia sigue siendo un gigante en sectores tradicionales como la mecánica, pero le cuesta horrores subirse al tren de las nuevas tecnologías. Un informe reciente del CNR y Mediobanca revela una peligrosa dependencia del extranjero y una "fuga de patentes" que nos hace reflexionar. Pero no todo son malas noticias: las universidades están dando un paso al frente.
La noticia

¡Hola a todos, apasionados de la innovación y curiosos del futuro! Hoy vamos a desgranar un tema que nos toca muy de cerca: el estado de la creatividad y la invención en Italia. ¿Somos todavía ese país de genios que el mundo admira o nos estamos quedando un poco atrás? Un reciente informe nos da un tirón de orejas, pero también alguna que otra palmadita en la espalda. ¡Vamos a verlo juntos!

Fuerte en lo de siempre, débil en lo nuevo

La quinta edición de la "Relación sobre la investigación y la innovación en Italia" nos pinta un cuadro con luces y sombras. Este estudio, realizado por tres institutos del prestigioso Consejo Nacional de Investigaciones (CNR) con la ayuda del Área de Estudios de Mediobanca, ha analizado las patentes registradas en Estados Unidos entre 2002 y 2022. Y la primera conclusión es clara como el agua: Italia es una máquina en los sectores de toda la vida. Hablamos de la mecánica, los transportes o el embalaje, áreas donde nuestra tradición manufacturera saca músculo y seguimos siendo líderes.

Pero, y aquí viene el "ay", cuando miramos hacia el futuro, la cosa cambia. En tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el biotech o el mundo digital, nuestra presencia es casi testimonial. Mientras el mundo avanza a pasos de gigante en estos campos, parece que nosotros nos hemos quedado un poco rezagados, con una cuota de patentes que no crece o incluso disminuye. Esto, amigos, es un problema serio, porque significa que nos estamos perdiendo una parte enorme de un mercado en plena ebullición.

La "fuga de patentes": un problema que crece

Como si fuera poco, el informe destapa otra herida: la "fuga" de nuestras grandes empresas. Cada vez más, las compañías italianas más potentes deciden registrar sus patentes en el extranjero. ¿Qué significa esto? Pues algo bastante preocupante: una dependencia cada vez mayor de tecnologías y conocimientos controlados por otros países. En la práctica, estamos cediendo nuestra soberanía tecnológica, algo que a la larga puede costarnos muy caro en términos de competitividad y crecimiento.

Si nos comparamos con nuestros vecinos europeos, la foto no mejora. En crecimiento de patentes, países como España y Dinamarca nos han adelantado. Y si hablamos de patentes por habitante, estamos a años luz de los líderes como Suiza o Suecia, superando por poco solo a España. Queda claro que tenemos que ponernos las pilas, y rápido.

Una luz de esperanza: ¡las universidades al rescate!

Pero no quiero que os vayáis con mal sabor de boca, porque el informe también destaca algo muy positivo. En medio de este panorama, hay un actor que está ganando protagonismo y dándonos una alegría: el mundo académico. Las universidades y los centros de investigación públicos están asumiendo un papel cada vez más importante en la creación de patentes, especialmente en sectores de alto contenido tecnológico.

Aquí tenemos que aplaudir a instituciones como:

  • El Politécnico de Milán, que lidera el ranking de patentes registradas en EE.UU. y ha mostrado un crecimiento espectacular.
  • El propio Consejo Nacional de Investigaciones (CNR).
  • La Universidad de Bari.
  • La Universidad de Bolonia.
  • La Universidad Sapienza de Roma.

Este dato es una bocanada de aire fresco. Demuestra que la base de conocimiento y talento la tenemos. El desafío ahora es conseguir que esa ciencia que nace en las aulas y laboratorios se transforme en innovación real y llegue al mercado, creando un puente sólido entre la investigación pública y la industria.

Mi opinión: una llamada a la acción

Como periodista y ciudadano, este informe me deja una sensación agridulce. Por un lado, es frustrante ver cómo un país con nuestro potencial se queda atrás en las carreras tecnológicas que definirán el futuro. La dependencia del exterior y la fuga de cerebros (y de patentes) son problemas estructurales que no podemos seguir ignorando. Sin embargo, el dinamismo de nuestras universidades es la prueba de que no todo está perdido. Tenemos el talento y la creatividad. Lo que necesitamos es una estrategia clara, más inversión y, sobre todo, crear un ecosistema donde a las empresas les resulte más atractivo innovar y patentar aquí, en casa. Es una llamada a la acción para políticos, empresarios y para toda la sociedad. El futuro no espera, y nosotros tampoco deberíamos hacerlo.