¿Te imaginas poder crear un vídeo de cualquier persona diciendo exactamente lo que tú quieras? Hace no mucho, esto sonaba a ciencia ficción o a una tecnología reservada para grandes estudios de cine con presupuestos millonarios. Hoy, la realidad es muy distinta y, sinceramente, un poco escalofriante. Crear un vídeo falso o deepfake ya no cuesta miles de euros, sino menos de lo que te gastas en una cena para dos.
Así de claro lo ha dejado un reciente descubrimiento del equipo de investigación de Kaspersky, una de las grandes empresas de ciberseguridad a nivel mundial. Buceando en los rincones más oscuros de internet, la famosa dark web, han encontrado anuncios que ofrecen la creación de vídeos deepfake por apenas 50 dólares y audios falsos, o deep voice, por tan solo 30. Esto supone una caída de precios brutal, unas 400 veces más barato de lo que costaba hace tan solo un par de años, cuando un solo minuto de vídeo manipulado podía costar entre 300 y 20.000 dólares.
El "Deepfake-as-a-Service": un menú de engaños a la carta
Lo que han encontrado los expertos no son simplemente programas para descargar, sino un auténtico mercado de "Deepfake-as-a-Service" (Deepfake como Servicio). Los ciberdelincuentes ofrecen un catálogo de opciones para que cualquiera, sin necesidad de conocimientos técnicos, pueda encargar su propio engaño. Las posibilidades son tan variadas como peligrosas:
- Intercambio de caras en tiempo real: Imagina estar en una videollamada de trabajo y que, en realidad, no estés hablando con tu jefe, sino con un estafador que ha suplantado su rostro. Esto ya es posible en plataformas como Zoom o cualquier app de mensajería.
- Saltarse verificaciones de identidad: Muchos servicios online, como los bancos, piden un vídeo o una foto para verificar que eres tú. Con esta tecnología, un delincuente podría usar tu cara para saltarse esas barreras de seguridad.
- Manipulación de la cámara: Los servicios ofertados llegan al punto de poder manipular directamente la señal de la cámara de un dispositivo, abriendo la puerta a todo tipo de fraudes y engaños.
Los vendedores, que publican sus anuncios en foros en inglés y ruso, aseguran poder sincronizar las expresiones faciales de una persona en un vídeo con cualquier texto, incluso en otros idiomas, y clonar la voz ajustando el tono para transmitir emociones específicas. Aunque desde Kaspersky advierten que muchos de estos anuncios podrían ser timos para engañar a otros delincuentes, la simple existencia de esta oferta demuestra una demanda clara y creciente.
Un crecimiento exponencial que asusta
Las cifras no mienten y confirman que estamos ante un problema que crece a una velocidad de vértigo. Si combinamos los datos de diferentes bases de datos de incidentes de IA, vemos una escalada preocupante:
- De 2017 a 2022: Se registraron apenas 22 incidentes relacionados con deepfakes.
- En 2023: La cifra casi se duplicó, llegando a 42 incidentes.
- En 2024: El aumento fue explosivo, con un 257% más de casos, alcanzando los 150.
- Primer trimestre de 2025: En solo tres meses, ya se han contabilizado 179 incidentes, superando todo el año anterior.
Este fenómeno ha puesto en alerta a organizaciones internacionales como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) de la ONU, que ha hecho un llamamiento a las empresas tecnológicas para que desarrollen y utilicen herramientas avanzadas que permitan detectar y eliminar estos contenidos falsos. El riesgo de que se usen para interferir en elecciones o para cometer fraudes financieros a gran escala es más real que nunca.
¿Qué podemos hacer para protegernos?
La lucha contra los deepfakes es compleja, pero no estamos indefensos. Por un lado, la tecnología también avanza para combatirlos. Ya existen herramientas y software, algunos gratuitos, que utilizan la propia inteligencia artificial para detectar las sutiles imperfecciones que estos vídeos suelen tener. Programas como Sentinel, Deepware o el FakeCatcher de Intel son capaces de analizar los vídeos en tiempo real en busca de pistas que delaten el engaño.
Por otro lado, la concienciación y la "alfabetización digital" son clave. Como usuarios, debemos aprender a ser más críticos con el contenido que consumimos. Los expertos de Kaspersky recomiendan fijarse en detalles como:
- Movimientos extraños o bruscos.
- Iluminación que no coincide entre la cara y el fondo.
- Tonos de piel poco naturales.
- Parpadeos raros o inexistentes.
- Distorsiones en los bordes de la cara o el pelo.
A nivel legal, países como España ya están moviendo ficha. Se están reformando leyes para tipificar como delito la creación de deepfakes de contenido sexual o para menoscabar el honor de una persona. La nueva Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea también obligará a etiquetar claramente los contenidos que han sido manipulados.
En conclusión, la era del deepfake accesible para todos ya está aquí. La misma tecnología que nos asombra con sus capacidades creativas se ha convertido en una herramienta potentísima para el engaño y el delito. Si bien es cierto que la tecnología de detección y la legislación avanzan para ponerle freno, nuestra mejor defensa como ciudadanos es el escepticismo y la educación. Ya no podemos fiarnos ciegamente de lo que ven nuestros ojos o escuchan nuestros oídos. En un mundo donde la realidad puede ser fabricada por 50 dólares, la verdad se ha convertido en un bien preciado que debemos proteger entre todos, aprendiendo a dudar, a verificar y a no compartir sin pensar. La batalla contra la desinformación se libra ahora en nuestros propios móviles y ordenadores.