Un diseño que nos suena (demasiado)
Al sacar el MacBook Pro 13 M2 de su caja, la sensación es de déjà vu. Apple ha decidido mantener exactamente el mismo chasis que su predecesor con el chip M1. Esto significa que conservamos el cuerpo de aluminio unibody, disponible en los clásicos colores gris espacial y plata, con unas dimensiones y peso idénticos a la generación anterior. Esto tiene sus pros y sus contras. Por un lado, es un diseño probado, robusto y que a muchos usuarios les sigue gustando. Por otro, se siente algo anticuado en comparación con el rediseño que recibió el MacBook Air M2, con sus bordes más planos y nuevos colores.
Una de las características más controvertidas que se mantiene es la Touch Bar. Este panel táctil OLED sustituye a la fila de teclas de función físicas. Algunos usuarios la aman por su versatilidad y los atajos contextuales que ofrece en ciertas aplicaciones, mientras que otros la consideran un añadido innecesario y hubieran preferido las teclas tradicionales. Su presencia en este modelo lo convierte en el último MacBook que la incluye, un punto a considerar para sus fans. El teclado Magic Keyboard retroiluminado y el excelente trackpad Force Touch siguen siendo de lo mejor del mercado, ofreciendo una experiencia de escritura y navegación precisa y cómoda.
La pantalla también es la misma: un panel Retina de 13.3 pulgadas con tecnología IPS, una resolución de 2560 x 1600 píxeles, 500 nits de brillo y compatibilidad con la gama cromática amplia (P3) y la tecnología True Tone. Sigue siendo una pantalla excelente para la mayoría de tareas, con colores vivos y gran nitidez, pero se echa en falta una actualización a tecnologías como ProMotion o bordes más reducidos, presentes en otros modelos de la gama Pro.
El corazón de la bestia: el chip M2 en acción
La verdadera novedad de este portátil está en su interior: el chip M2. Este procesador representa un salto generacional respecto al ya impresionante M1. El M2 cuenta con una CPU de 8 núcleos (4 de rendimiento y 4 de eficiencia) y una GPU que, en este modelo, es de 10 núcleos. Según Apple, esto se traduce en un aumento de rendimiento de la CPU de hasta un 18% y de la GPU de hasta un 35% en comparación con el M1. Además, el ancho de banda de la memoria unificada aumenta a 100 GB/s, y ahora se puede configurar con hasta 24 GB de RAM.
¿Cómo se traduce esto en el día a día? El MacBook Pro 13 M2 es una máquina increíblemente fluida y capaz. Tareas cotidianas como navegar por internet con decenas de pestañas, trabajar con documentos ofimáticos complejos o consumir contenido multimedia se realizan sin el más mínimo esfuerzo. Donde realmente brilla es en tareas más exigentes. La edición de vídeo en 4K y hasta 8K con formatos como ProRes es notablemente más rápida gracias a los motores multimedia dedicados. Aplicaciones de diseño gráfico, programación o producción musical se benefician enormemente de la potencia extra de la CPU y la GPU.
Un punto clave de este modelo es su sistema de refrigeración activa (ventiladores), algo que lo diferencia del MacBook Air M2. Esto le permite mantener un rendimiento máximo durante períodos de tiempo más prolongados sin sufrir el llamado thermal throttling (reducción de rendimiento por sobrecalentamiento). Para profesionales que realizan tareas intensivas de forma continuada, como renderizar vídeos largos o compilar código pesado, esta es una ventaja fundamental.
Batería, puertos y otros detalles a considerar
La autonomía es, sin duda, uno de los puntos más fuertes de este equipo. Gracias a la eficiencia del chip M2 y su batería de 58.2 Wh, Apple promete hasta 20 horas de reproducción de vídeo y 17 horas de navegación web inalámbrica. En un uso real y mixto, es perfectamente factible aguantar una jornada laboral completa e incluso más sin necesidad de buscar un enchufe, algo que lo convierte en un compañero ideal para la movilidad.
En cuanto a la conectividad, nos encontramos con una configuración algo escasa para un modelo "Pro". Dispone únicamente de dos puertos Thunderbolt / USB 4 en el lateral izquierdo y una toma de auriculares de 3.5 mm en el derecho. Si bien estos puertos son muy versátiles y potentes, obligan a la mayoría de usuarios a depender de adaptadores o hubs para conectar periféricos comunes como memorias USB-A, tarjetas SD o monitores HDMI.
Un aspecto que generó controversia en su lanzamiento fue el rendimiento del SSD en el modelo base de 256 GB. Diversas pruebas demostraron que esta unidad era significativamente más lenta en velocidades de lectura y escritura en comparación con el modelo M1 equivalente. Esto se debe a que Apple optó por usar un único chip NAND de 256 GB en lugar de dos de 128 GB, lo que limita el paralelismo. Aunque en el uso diario un usuario promedio podría no notarlo, para aquellos que mueven archivos muy grandes con frecuencia, es un punto a tener en cuenta y podría ser recomendable optar por la versión de 512 GB o superior.
Conclusión: ¿Para quién es este MacBook Pro?
El Apple MacBook Pro 13 M2 es un portátil potente y con una autonomía sobresaliente, pero se encuentra en una posición extraña dentro del catálogo de Apple. Su gran rendimiento sostenido gracias a la ventilación activa lo hace ideal para estudiantes o profesionales que necesitan más potencia de la que ofrece un MacBook Air para tareas intensivas, pero que no requieren la potencia (ni quieren asumir el coste) de los modelos de 14 y 16 pulgadas. Sin embargo, su diseño anticuado, la escasa conectividad y la presencia de la controvertida Touch Bar lo hacen una recomendación difícil para el público general, que probablemente encontrará en el MacBook Air M2 una opción más moderna y equilibrada.